Resumen: En el maravilloso mundo de Alfisam, los recuerdos desvanecidos y consternación ante la vida nos llevan a navegar por una de las experiencias que muchas personas con esquizofrenia viven, ya sea en el silencio o en la soledad, incluso en la tristeza o en el desconcierto. Adentrémonos al laberinto de sus recuerdos, en el que cada rincón representa una lucha interna. Esta es una historia que podría tener un final diferente si se comprendiera el desvanecimiento de una mente como la de Alfisam.
Palabras clave: relato, esquizofrenia.
Que este cuento sirva como un faro para iluminar la oscuridad interna.
Dedicado especialmente a aquellos con esquizofrenia que buscan encontrarse en sus laberintos internos. Aunque la vida pueda parecer perdida, son testigos de la fortaleza.
Que el canto de los pájaros ofrezca consuelo y un porvenir sereno.
Dentro de los recuerdos yacen contradicciones con la realidad, imágenes que difícilmente pueden explicarse, tal vez sensaciones que son imposibles de compartir y permanecen ahí, palpitando en lo más recóndito, susurrando, siendo intangibles, hablando y evocando. En el maravilloso mundo de Alfisam, los recuerdos se han extraviado; la “locura” redefine paisajes con nuevos y distintos escenarios. A veces, el dolor encapsulado de la esquizofrenia puede crecer tanto como le ocurrió al señor Alfisam, quien terminó por olvidarse junto a sus memorias. Similar al acto de mirar por última vez el lomo de un libro, escuchando el eco sordo que resuena de la tapa al cerrarse y sintiendo el aire comprimido entre las hojas, mientras queda sellado el último capítulo de un final eterno.
Alfisam se adentraba en sus recuerdos como si fuese un viaje. Encontraba dentro de él la puerta que abría cada momento vivido de su pasado. Para llegar a esa puerta interna, debía recorrer largas calles empedradas que, antes llenas de naturaleza, ahora estaban cubiertas por un fino polvo gris de textura semejante a la harina: delicada, sedosa, liviana y fría. El camino le era tan familiar que incluso con los ojos cerrados podría llegar hasta la puerta. Esta, de características peculiares, era antigua y enorme, con un gran cerrojo en medio que cubría la pequeña cerradura. La puerta desprendía un ligero, pero penetrante olor a moho, humedad y madera vieja, semejante al aroma de un libro antiguo que ha contado su historia a diversos lectores, cruzando épocas y viajando de ojo en ojo por el universo del tiempo.
Detrás de esa puerta enorme se encontraban todas las vivencias de Alfisam: desde su niñez hasta su vejez, alegrías, cumpleaños, tristezas y triunfos, muertes cercanas y miedos aplastantes. Encontrar cada vivencia no era tarea sencilla; al entrar por esa puerta, había estantes enormes de libros con portadas de cuero, bordes dorados y tipografía antigua serif. Los títulos con relieves desgastados, hablaban por sí solos del transcurso de los años del uso y nostalgia. Había libros tan desgastados que insinuaban su infancia, hasta los más recientes, difíciles de describir, con títulos desordenados, sinsentido y una tipografía desvanecida y agrietada que susurraba historias sutilmente olvidadas, como si el tiempo se hubiera tragado cada historia. Cada vivencia almacenada y contenida dentro de miles de bloques hechos libros, marcaban el largo viaje de su vida a través del tiempo.
Las secciones más antiguas estaban más cercanas. Por alguna razón contenían letras legibles, imágenes definidas de los buenos y no tan buenos momentos que Alfisam mantenía en sus recuerdos. Por ello, estaban más desgastados, pues no le era difícil sumergirse a ellos. En cambio, las secciones más recientes se encontraban en un laberinto confuso y de difícil acceso; en ocasiones, el inevitable paso del tiempo en el cuerpo de Alfisam hacía que ya no pudiera continuar más en la búsqueda de aquellos tomos; se extraviaba dentro de su búsqueda, incluso se perdía dentro de su existencia.

Fotografía Oliveira, A. (2024, 28 de abril).
Alfisam era intrépido; cada día luchaba dentro del laberinto para zambullirse en su búsqueda y recordarse a sí mismo. Algunos libros recientes los encontraba siguiendo el latir de su corazón, una guía similar a un eco suelto en las montañas, con una melodía etérea que desplegaba capas suaves de recuerdos. Alfisam buscaba en cada eco desprendido de esos libros los fantasmas que merodeaban su vida: una vida fragmentada con sueños difusos, como un mosaico desunido que refleja la complejidad de la existencia humana, desafiando el tiempo y la mente.
Dentro del oscuro laberinto, perdido en la penumbra, una sutil melodía resonaba. El suave sonido, aunque lejano e identificable, resonaba en una sinfonía delicada. Eran notas reconocidas que flotaban en el aire y Alfisam intentando atraparlas se sumergía cada vez más en el laberinto de recuerdos. Las notas, cada vez más intensas, encontraron el ritmo que parecía olvidado, contenían una conversación de su pasado, momentos envolventes en las notas sutiles del piano.
Las manos de Alfisam, aunque temblorosas, recordaron inmediatamente su pasión por el piano. A menudo, la música permanece intacta en la memoria; se conecta emocionalmente y se procesa en el cerebro, persiste incluso cuando los recuerdos se desvanecen en el abismo de la esquizofrenia. Las notas invadieron su ser, conectando recuerdos que se encontraban difusos. La pasta del libro titulado “Piano” recobró textura, y el relieve del título dibujó pequeñas sombras bien marcadas. Alfisam deslizó sus manos envejecidas sobre la portada; la tapa separándose lentamente, dejando entrever algunas páginas, y al mismo tiempo el aroma fresco de la alegría penetró su nariz, evocando recuerdos que yacían perdidos.
En ese momento, aquella madrugada del 9 de noviembre, mientras la penumbra se mezclaba con la confusión de su mente, Alfisam comprendió que la profundidad de cada memoria olvidada en su presente se había transformado sin que él se percatara. El insípido presente había sido reemplazado, desde hacía varias décadas atrás, por un diagnóstico psiquiátrico que se había llevado su vida entera. Su vida se había moldeado, reescrito sin su consentimiento. Angustiado, dudaba si quedarse dentro de aquella puerta, cerrarla por dentro y jamás salir de allí donde se encontraban sus libros cargados de recuerdos vivientes, pues le era mejor que volver al presente con recuerdos derretidos, sin sentido para muchos.
Al compás de la melodía, mientras el laberinto comenzaba a estrecharse y los ecos se difuminaban lentamente, Alfisam miró un abismo desplegándose ante él, que parecía tragarse la luz y el sonido, como un recordatorio de la fractura de su mente que lo invitaba a acercarse cada vez más, a desprenderse del dolor interno que la sociedad no comprende. En ese momento, una amplia gama de tonos graves y agudos brillantes se escuchó. Aunque distintos al canto de un pájaro, un ave cantó en ese instante, conteniendo la sinfonía de Alfisam: la atmosfera quebrantada, sus recuerdos fugaces y su dolor engrandecido.
Ahora, el canto de un pájaro retumba de manera natural en la extensión de la naturaleza, llevándose consigo un sufrimiento que finalmente encuentra libertad. La calma que desprenden sus alas ofrece consuelo, transformando el canto en un testimonio de la lucha interna, expresando el sufrimiento solitario, enunciando consuelo y esperanza a aquellos que, como Alfisam, han clamado por un presente tan ausente, por sus memorias que se desvanecen como huellas en la arena, arrastradas por el agua fría y disolviéndose en un instante evanescente.
Sobre la autora:
Líneas de investigación: estigmatización, psicosis, esquizofrenia y trastornos mentales. Campo de interés: estigma social en contextos de salud mental, las voces en la esquizofrenia y su ayuda en la clínica, así como el abordaje de la esquizofrenia desde el psicoanálisis.
Sugerencia de citación:
Pérez Rodríguez, M.A. (2025, marzo). El laberinto de Alfisam. Medicina y Cultura, 3(1), mc25-a03. https://doi.org/10.22201/fm.medicinaycultura.2025.3.1.3

Mariel Anahí Pérez Rodríguez
Es doctorante en estudios psicosociales, licenciada en psicología y maestra en estudios psicoanalíticos, estudios realizados en la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) Morelia, Michoacán, México. Además, psicoanalista particular.
Contacto: 0839210x@umich.mx
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