Vicisitudes de los genios, Frederic Francois Chopin
Felipe Flores Morones

Palabras clave: Chopin, música, tuberculosis

Muy corta pero también muy fructífera la vida de Frédéric François Chopin. Solo tres años antes de su muerte cuando tenía 36 de los 39 años que duró su vida, componía entonces el último de sus veintiún nocturnos, cosecha que durante un periodo de 19 años, de 1827 a 1846, legara al mundo uno de los más grandes músicos románticos de esa época, además fue profesor, compositor y virtuoso pianista.

De origen franco polaco, nació el 22 de febrero de 1810 en Żelazowa Wola, a sesenta kilómetros de Varsovia, capital de Polonia; hijo de Tekla Justyna Kryżanowska, su madre y de Nikolaj Chopin, su padre, quien fue un notable profesor de francés y música, juntos procrearon cuatro hijos, siendo Frédéric François el segundo de ellos. Fue educado dentro de un ambiente de específicas restricciones derivadas de las condiciones de la nobleza familiar.

Frédéric François Chopin y sus hermanas crecieron en un ambiente familiar en el que el gusto por la cultura en general, y la música en particular era una formidable peculiaridad. Su hermana Ludwika fue su primera maestra de piano, mostrando pronto sus excepcionales cualidades y habilidades, a los seis años sus padres lo pusieron bajo las enseñanzas del maestro Wojciech Żywny.

A los siete años compuso su primera obra: la polonesa en sol menor y un año después a los ocho años podía tocar el piano con maestría, mostraba gran habilidad para improvisar, componía con destreza: brindó su primer concierto público el 24 de febrero de 1818 en el palacio de la familia Radziwill de Varsovia, donde interpretó el Concierto en mi menor de Vojtech Jirovec. Muy pronto alcanzó gran popularidad en el ambiente de la ciudad, llamado el pequeño Chopin y considerado por todos como un niño prodigioso.

Simultáneamente durante la época de su niñez, se manifestó ya la evidente fragilidad de su salud y proclividad nosológica. Existen evidencias de que desde entonces había sufrido procesos inflamatorios en los ganglios de las regiones cervicales, tipificados entonces como escrófula, probablemente lo que ahora se conoce como linfadenitis infecciosa tuberculosa, por lo que fue sometido a frecuentes sangrías.

(Delacroix, 1838)

La vida tan corta de Frédéric François Chopin, siempre será vista como algo sorprendente de frente a la genialidad de su productividad musical, sobre todo cuando, como ya se mencionó, desde temprana edad tuvo que sobrellevar algunas restricciones por múltiples problemas de salud, que junto con otras dolencias le cortaron su existencia. Fue el 17 de octubre de 1849 cuando falleció el autor de preludios, estudios, baladas, impromptus, scherzos, nocturnos, polonesas, valses, mazurcas y rondós, considerando también entre estas obras dieciséis creaciones traspapeladas en el tiempo y las circunstancias de la época.

La elaboración armónica de sus composiciones, su maravillosa técnica y su refinamiento estilístico, han sido comparados con grandes virtuosos de la música como: Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig Van Beethoven, Franz Liszt, Johannes Brahms, o Serguéi Rajmáninov.

Alguna fuerte razón personal lo obligaba a tocar el piano solo en la obscuridad, apagando las velas cuando lo hacía, a pesar de haber sido un niño prodigio que tocaba desde los siete años, en su personalidad proyectaba ser tímido y retraído.

Medía 1.70 m. Pesaba 45 kilos y tosía constantemente, una fragilidad muy del gusto romántico de la época, pero exclusivamente física, porque Frédéric François, el único compositor que sólo fue virtuoso en un instrumento, era un clásico que aborrecía la exhibición, el exceso y la «ordinariez» de sus coetáneos.

Quizá tuvo las manos más célebres de la historia musical. Sus contemporáneos llegaron a afirmar que Frédéric François tenía “manos de serpiente” por la vertiginosa velocidad de sus movimientos y su extrema flexibilidad, ya que no eran precisamente unas manos tan grandes comparadas en tamaño como las de Rachaninof o Franz Liszt.

El gran amor de Frédéric François Chopin fue Amantine Aurore Lucile Dupin varonesa de Dudevant, una destacada novelista, quien adopto el seudónimo de George Sand para firmar todas sus obras, una mujer fascinante del siglo XIX que generó polémica en su época, siendo considerada bella durante su juventud, diría Chopin: “Sus miradas ardientes me volaban el corazón”. No obstante, su mayor encanto era su intelecto y su sabiduría.

Frederic Chopin y George Sand fueron famosos en su época, y ambos personificaron la era romántica en Europa. Compartieron una relación intensa que duró casi una década, pero es importante recordar que este período es solo un capítulo en sus respectivas vidas.

La tuberculosis en esa época conocida también como tisis, consunción y plaga blanca, originada por efectos de la infección por el Mycobacterium tuberculosis, que afecta en la mayoría de los casos a los pulmones y que se transmite a través del aire, se cree que el bacilo había evolucionado de la tuberculosis bovina a la humana y su progenitor genético pudo haber estado presente desde hace varios millones de años, afectando a los primeros homínidos que dispersaron estos microrganismos con las primeras incursiones, migraciones humanas en el mundo.

Para entonces en el siglo XVIII, de tales efluvios ya se tenían importantes conocimientos: el primer autor clásico en mencionar la tuberculosis fue un historiador y geógrafo griego llamado Herodoto de Halicarnaso alrededor del año 440 a. C.; En su obra más famosa, Historiae. Hipócrates la describió en su “Tratado sobre las enfermedades” como una dolencia crónica caracterizada por tos frecuente, persistente, acompañada de flemas, sudoración y fiebre constante. Propone también que la enfermedad es más frecuente en hijos de padres afectos, por lo que le atribuye un patrón hereditario, tales aseveraciones no fueron totalmente ciertas en la hipótesis etiológica. El célebre médico griego Galeno afirma que este padecimiento no es hereditario, sino se contagia, adicionando sus aseveraciones a las ya existentes sobre el tema. Por su parte el médico francés Rene Laennec gracias a su talento clínico inventa un instrumento de estructura cónica manufacturado en madera llamándole estetoscopio, con el cual pudo penetrar mejor en la complejidad sonora del tórax, conociendo más sobre las alteraciones de los ruidos respiratorios que produce la tuberculosis y otras dolencias cardio-pulmonares.

Sin embargo, es importante referir que en la edad media circundada por la caída del imperio romano y debacle del imperio Bizantino en manos de los turcos, se creía que tales padecimientos podían ser curadas a través del “toque real”, atribuido a las virtudes monárquicas de entonces. En 1882 las investigaciones de Roberto Koch, permiten identificar al microorganismo llamándole bacilo tuberculoso.

En tales circunstancias las dolencias de salud de Frédéric François Chopin procedían de una enfermedad que igualmente acechaba constante y persistente a la comunidad mundial.

Tito Lucrecio Caro, filósofo romano alrededor de los años 60-70 a. C., en su obra poética llamada “Sobre la naturaleza de las cosas” propone un impactante axioma, refiriendo qué: “la tisis es difícil de diagnosticar y fácil de tratar en sus primeras etapas, mientras que resulta fácil de diagnosticar y difícil de tratar en su etapa final”, sentencia hasta la fecha con gran validez.

(Siemiradzki, 1887)

Ya en el siglo II, Areteo de Capadocia revela de forma rigurosa los principales síntomas de la enfermedad: febrícula vespertina, diaforesis, síndrome constitucional y expectoración hemoptoica (flemas con sangre). Por su parte Galeno de Pérgamo clasificó la tuberculosis dentro de las enfermedades transmisibles, y propuso medidas terapéuticas que se mantendrían durante muchos siglos, como por ejemplo las gárgaras con ácido tánico diluido con miel para contrarrestar la hemoptisis, el uso de opio como antitusígeno, la dieta y el reposo como recomendación general.

Es evidente que después de más de 20 000 años la tbp (tuberculosis pulmonar) siga afectando al mundo en considerables dimensiones y con lamentables consecuencias. En el siglo XIX en los países europeos y Estados Unidos, se calcula que la tuberculosis llego a matar a 15 % de su población.

Regresando a la incógnita para muchos, sobre las causas del deceso de Frédéric François Chopin, es un hecho que en su juventud sufrió de importantes procesos respiratorios, cuadros diarreicos repetitivos y pérdida importante de su estado ponderal. Se pueden encontrar algunos datos sobre la posibilidad de que padeció algunas dolencias relacionadas con males psiquiátricos y afecciones neurológicas traducidas como crisis convulsivas. Cuando contaba con dieciséis años de edad sufrió un cuadro que lo mantuvo inactivo durante seis meses, en ese periodo presentó sintomatología respiratoria, fiebres recurrentes y adenopatías cervicales. En 1831 cuando sumaba veintiún años, sobrellevó nuevamente afecciones del área respiratoria, clínicamente manifestadas como: hemoptisis, fiebre y cefaleas intensas.

Al principio de 1837 recayó alarmantemente manifestando fiebres elevadas, hematemesis (vómito con sangre), mostrándose con importante ataque al estado general, extenuado e indiferente, lo que justificó ser confinado en reposo absoluto en cama, a pesar de esto el Dr. Pierre Gaubert categórica e inflexiblemente asintió no tratarse de tuberculosis. Determinando tales necesidades se traslada a un clima más suave como el de Mallorca, sin embargo, a pesar del cambio y la perseverancia médica continuó enfermo y aterrorizado por el hecho de poder ser enterrado vivo. El tres de diciembre de 1837 desde su lecho de sufrimiento escribió lo siguiente: «Estas dos semanas, he estado enfermo como un perro, tuve escalofríos a pesar de una temperatura de 33o C, entre rosas, naranjos, palmeras e higueras. De los tres doctores más famosos de la isla, uno olió lo que escupí, el otro tapó donde había escupido, el tercero escuchó mientras yo expectoraba. El primero dijo que yo estaba muerto, el segundo que me estaba muriendo y el tercero que yo me moriría».

En el periodo entre 1839 y 1842, abandona Mallorca, se establece unos meses en Marsella y finalmente regresa a París. Es importante destacar que los médicos que lo asistieron durante estos años coincidían en que la enfermedad del genio musical no era tuberculosis, por lo que su muerte no debe atribuirse a esa dolencia infectocontagiosa.

Es evidente que su salud para entonces se percibía verdaderamente diezmada, aun con algunos pequeños periodos de mejoría clínica. En estas penosas condiciones de debilidad importante, a lo cual se agregan cuadros depresivos, persistiendo su miedo de ser enterrado con vida, debido a eso solicitó se le extrajera el corazón cuando luciera estar muerto, para eliminar el temor que tanto le afectaba, de ser enterrado vivo.

«Ahora es mi agonía final. No más.» Las últimas palabras de Frédéric François Chopin, mientras escuchaba el Réquiem de Mozart y las manecillas del reloj señalaban las dos de la madrugada del 17 de octubre de 1849 es declarado muerto el más grande músico del Romanticismo pleno y enterrado en el Cementerio de Pére Lachaise, en Paris.

No obstante, después del deceso las cosas se tornaron aún menos claras. El propio Dr. Jean Cruveilhier, una vez extraído el órgano cardíaco del cuerpo de Frédéric François Chopin y de haber practicado la autopsia, enigmáticamente, el dictamen de la autopsia se extravió, surgiendo entonces la versión de no haber sido tuberculosis la enfermedad del genio romántico sino una enfermedad desconocida para entonces. Eventualmente surgieron nuevas teorías como la posibilidad de que la enfermedad responsable del deceso fuera la fibrosis quística, no descubierta para entonces en 1849, o la posibilidad de una afección respiratoria por la deficiencia de la enzima alfa 1 antitripsina.

Después de muchas reuniones de científicos de la época, las conclusiones fueron que el corazón examinado lucía dilatado y tenía nódulos tuberculosos, lo que sugería compromiso cardiaco vinculado a una enfermedad pulmonar primaria. Parecía entonces tuberculosis pulmonar, después de todo. Fin de esta historia.

Sugerencia de citación:
Flores-Morones, F. (2024, septiembre). Vicisitudes de los genios, Frederic Francois Chopin. Medicina y Cultura2(2), mc24a-18.
https://doi.org/10.22201/fm.medicinaycultura.2024.2.2.18

 

Felipe Flores Morones

Soy Felipe Flores Morones, nací en la Ciudad de México, soy médico de profesión, egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM, en donde laboré como académico durante 43 años, mi pasión durante mi vida académica fue apoyar a los estudiantes en su carrera, actualmente estoy jubilado, no obstante, mantengo el interés por seguir vinculado, escribiendo temas relacionados con la academia y difusión de la cultura.

Contacto: floresmorones@yahoo.com.mx

Lecturas recomendadas

Delacroix, E. (1838). Frédéric Chopin, retrato inacabado [óleo sobre lienzo, fotografía para: The Yorck Project (2002)]. Departamento de Pinturas del Louvre, sala 942. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Eug%C3%A8ne_Ferdinand_Victor_Delacroix_043.jpg

Pruszewicz, M. (2014, diciembre). El misterio de la muerte de Chopin. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/12/141223_misterio_muerte_chopin_finde_dv

Siemiradzki, H. (1887). Chopin tocando frente a la familia aristocrática de los Radziwill en 1829 [Óleo]. https://images.fineartamerica.com/images-medium-large/chopin-playing-the-piano-in-prince-radziwills-salon-hendrik-siemiradzki.jpg

UNAM Global. (2023, marzo). Tuberculosis en la historia. https://unamglobal.unam.mx/global_revista/tuberculosis-en-la-historia/#:~:text=Las%20primeras%20pruebas%20de%20su,que%20datan%20del%20periodo%20precolonial.

Young, P; Bernaciak, J. M; Bruetman, J. E; Finn, B. C & Miranda, M. C. (2014). Federico Chopin (1810-1849) y su enfermedad. Revista médica de Chile142(4), 529-535. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872014000400018

¡Lee más de nuestro contenido!

Museos de la medicina

Museos de la medicina

El número de marzo de 2023 de la publicación periódica titulada Boletín de Humanidades Médicas, publicado en la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, describe e ilustra varios museos de la Medicina en diversos países: Bélgica (Bruselas), Portugal (Lisboa),...

Vol. 2 No. 1

Huevos y Salud: cultura popular que supera el mito

La muerte y yo no somos amigas

Medicina Nahua: resistencia y reintegración del alma/mente con el universo-cuerpo

Ojo clínico: cuando la literatura enseña neurociencia

Vol. 1 No. 2

¡Síguenos en instagram!