Dejándome llevar por el recuerdo, más que, por un hilo conductor, ya que eso subraya la relevancia del tema, mea culpa prosigo.
Aspectos prescindibles
Maestría y Doctorado
No es necesario hacer una maestría y/o doctorado en ciencias, para ser un investigador. Se piensa que el grado académico es como la espada de Excalibur, o “Liberada de la piedra” de Ex Calce Liberatus. Pareciese que, al contar con tal documento en nuestras manos, la dama del lago nos proveerá de toda la magia necesaria para transformarnos en invencibles investigadores y liberar todo ese poder que llevamos dentro. Pero no necesariamente tiene que ser así. De hecho, en no pocas ocasiones la decisión de realizar tales grados académicos responde más a una necesidad económica que vocacional. Ya que los médicos en nuestro afán de mantenernos cobijados por alguna beca, nos acogemos a una de las vertientes de lo que el Dr. Dan Kiley en 1983 describió como el síndrome de Peter Pan, refiriéndose a la dependencia financiera. Aunque personalmente me refiero más a la visión literaria original de James Matthew Barrie que a principios del siglo pasado hace referencia a la volición negativa a crecer y madurar.
Cuando seguimos el orden natural de las cosas, el inscribirnos a un programa de maestría o doctorado es más un medio, que un fin, en tales circunstancias estos programas otorgan entornos y herramientas que afinan las capacidades del investigador en busca de sentido, haciendo analogía a la obra maestra del padre de la logoterapia, el austriaco Viktor Frankl que enfatiza la búsqueda de sentido en la vida, en este caso el proceso de investigación científica, como la fuerza motivadora para obtener estos grados académicos.
Usar software de análisis estadístico
Así como el Santo Grial recogió la sangre de Jesucristo durante su crucifixión, y se transmutó en un símbolo que representa la búsqueda del conocimiento, la iluminación espiritual y la perfección. Mismas atribuciones le damos al afamado software de análisis estadístico SPSS (Statistical Package for the Social Sciences), aunque no así a herramientas para la misma función, pero ciertamente más crípticos como Stata (de uso reservado para los consagrados) o el leviatánico software R (sólo para quien se asume transdisciplinario). El papel de los programas para análisis de datos suele ser una parte muy pequeña, aunque relevante, del desarrollo de un proyecto de investigación, por lo que es necesario darle su peso específico.
Y me refería a la transmutación porque, así como los alquimistas creían que metales elementales o vulgares podrían convertirse en metales nobles, así se cree que poseer, ya olvidemos tener habilidad usando SPSS, resolverá errores de diseño o ejecución de un proyecto de investigación, sino aún más grave, pensar que no se requiere planear con cuidado el método de análisis estadístico y que simplemente colocarlo en el protocolo es un infalible salvo conducto.
Pertenecer a un centro de alta especialidad
En la historia ficcionada MANIAC de Benjamin Labatut o en la ampliamente galardonada Oppenheimer, se observa cómo se requiere unir a los genios más importantes de occidente para construir la mayor obra de destrucción masiva, esta visión cumple totalmente con el arquetipo del hombre blanco del norte. Pero va más allá de lo fáctico, también las fantasías más sofisticadas ¿qué harían? sin Nueva York, San Francisco, Londres, París o Tokio, donde todo parece ocurrir. Se genera la idea que las cosas importantes siempre ocurren lejos de nosotros. Nadie espera que algo interesante o importante ocurra en algún hospital general de zona.
No hay que olvidar que la investigación científica no solo es relevante por su valor intrínseco, sino por su valor de uso, el cual está determinado por el juego existente entre la validez interna y la validez externa. Pero la validez externa de la investigación científica es un caleidoscopio, en la que una publicación en la revista médica más renombrada a nivel mundial, el New England Journal of Medicine, sirve tanto para documentar el avance científico, como para lograr una millonaria aprobación por las agencias reguladoras, o para ser discutida en miles de hospitales alrededor del mundo, suplicando al inefable que las cosas salgan igual en el hospital general de zona que en el M.D. Anderson (referente mundial para el tratamiento del cáncer). Y no hace falta ser genio para saber cuál es la respuesta.
De este modo la investigación local tiene un gran valor de uso, debido principalmente a su inmensa validez interna. Realizar proyectos de relevancia local aporta información inestimable, útil, con gran impacto para la sociedad y casi a ningún costo. En este sentido es frecuente pensar como los monos en Fausto, cuando le dicen a Mefistófeles “si tuviera dinero tendría inteligencia”. Pero recordemos que en Papillon, los presos se comunicaban con mensajes escritos con su propia materia fecal, por tanto, el investigador clínico sólo requiere papel y lápiz
Curiosidad
No hay cualidad más valiosa para ser investigador que ser curioso, pero de una manera insana, como personaje de novela de Stephen King, en la que a medianoche, con las nubes tapando la luna, donde casualmente en el patio trasero hay un cementerio indio, en el que no tan casualmente tiene a su pareja con la cual deciden que es el lugar ideal para procrear un hijo bastardo, y cuando escuchan un ruido a lo lejos, deciden que hay que ir a investigar qué está pasando. Así de absurdo debe ser el investigador clínico. No hay peor enemigo de la investigación que aquel que se acostumbra a la normalidad, y como diría Margaret Atwood en El Cuento de la Criada, “lo normal es aquello a lo que te acostumbras”.
El investigador debe hacerse preguntas, muchas preguntas, pero con la intención de responderlas, ya sea en la teoría o través de la práctica, es decir desarrollando un proyecto de investigación.
Mentoreo
¿Qué hubiera pasado en el Conde de Monte Cristo si Edmundo Dantès no hubiera conocido al Abate Faria? Pues a pesar de ser un hombre inteligente y culto, no habría adquirido las enseñanzas y ni los recursos, en este caso económicos que le darían nombre a la novela. Tener un mentor es algo imprescindible, probablemente la mejor evidencia de este argumento se evidencia en el premio Nobel de Albert Camus, nacido en la entonces colonia francesa de Argelia, huérfano de padre a muy corta edad, solo con su madre sorda con secuelas de un evento vascular cerebral y consecuentemente muy pobres, en tales circunstancias, su maestro de primaria Louis Germain identifica la genialidad de Camus y lo ayuda a superar los obstáculos para continuar con su educación. Tan relevante fue el papel de este mentor que es a quien le dedica el premio Nobel, carta que por su belleza me permito reproducir a continuación.
“Querido señor Germain:
Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le abrazo con todo mi corazón.
Albert Camus.”
Sea el señor Germain o sea el abate Faria, es necesario contar con una guía y soporte para sobrellevar el sufrido mundo de la investigación clínica.
Resiliencia
Aunque el término me parece dado al postureo, si considero que es una cualidad necesaria para ser investigador. Los investigadores clínicos, en especial cuando no se encuentran en centros o institutos encumbrados, deben ser tan resilientes como Jean Valjean a quien Víctor Hugo le hace pasar las pintas y las coloradas en Los Miserables. Así el investigador cuando cree que las cosas no pueden salir peor, siempre ocurrirá algo, y si porta el galardón tendrá que salir adelante a toda costa. Y justamente nuestro inspector Javert será la revisión por pares de nuestros artículos, ambos representan la rigidez moral y su lealtad inquebrantable a un sistema de justicia imperfecto.
Rodeando este halo de resiliencia, debe tener cualidades que envidiaría el alquimista Paracelso, ya que el investigador debe tener la capacidad de transmutar el plomo en oro. Como hace poco le respondía a una residente, no hay trabajos despreciables, hay despreciables maneras de presentarlos.
Confío en haber respondido a tan trascendental pregunta, deseando que ayude a quienes tienen esa oscura pulsión en lo más profundo y que no saben cómo sacarla a flote.
Sobre el autor:
Departamento de Gastroenterología. Fundación Clínica Médica Sur, Ciudad de México, México.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7451-3306
Sugerencia de citación:
Chavez-Tapia, N.C. (2024, septiembre). ¿Qué se necesita para ser un investigador clínico? Medicina y Cultura, 2(2), mc24a-21.
https://doi.org/10.22201/fm.medicinaycultura.2024.2.2.21
Norberto C. Chavez-Tapia
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